Cinco causas frecuentes de la falta de participación en la iglesia local y mis propuestas a como mitigarlas

Uno de los grandes dilemas que deben enfrentar los pastores y lideres ministeriales de manera constante en sus congregaciones locales, entre una multitud de situaciones y retos, es la poca participación de sus miembros. En casi todas las iglesias y ministerios cristianos en donde he tenido el privilegio de servir en las últimas décadas he podido escuchar de todo un poco, desde los motivos más razonables como hasta las razones más inimaginablemente posibles (o imposibles).

A continuación, voy a ofrecerles solo cinco de las razones más frecuentes:

1. La falta de interés: Algunos miembros de iglesias locales simplemente pueden no estar interesados en participar en las actividades de la iglesia. Esto puede deberse a que tienen otras prioridades en su vida o simplemente no se sienten motivados a involucrarse.
2. La falta de tiempo: Algunos miembros en nuestras iglesias locales pueden razonablemente tener agendas ocupadas como el trabajo, familia y otros compromisos, lo que puede dificultar su participación en las actividades de la iglesia. Este puede ser un motivo razonablemente valido, aunque tiene sus límites.
3. El desacuerdo con la dirección de la iglesia: Algunos miembros pueden no estar de acuerdo con la dirección que está tomando la iglesia y pueden optar por no participar en sus actividades como resultado, sin embargo, se mantienen dentro de la congregación debido a que su circulo de amistades son también parte de esta familia de iglesia.
4. Razones de índole de problemas personales: Los miembros de la iglesia también pueden estar lidiando con problemas personales como problemas de salud, problemas financieros, problemas familiares, etc., que pueden hacer que no puedan participar en las actividades de la iglesia.
5. La falta de compromiso: A veces, los miembros simplemente no se sienten comprometidos con la iglesia o su comunidad y no sienten la necesidad de participar en las actividades de la iglesia.

La lista puede continuar interminablemente. Y aunque pareciera una situación casi generalizada en la mayoría de las iglesias, lo cierto es que algunas de estas, con la ayuda de Dios y para Su gloria, han logrado desarrollar una atmosfera de participación vibrante que es envidiable.

A continuación, les ofrezco algunas perspectivas que pueden dar solución a las cinco razones descritas arriba:

1. Mejore el nivel de comunicación: Es importante que los líderes de la iglesia se comuniquen regularmente primeramente entre ellos y luego con los miembros y escuchen sus inquietudes y necesidades. La comunicación bidireccional ayuda a los miembros a sentirse valorados y escuchados y a comprender mejor la misión, visión y las metas de la iglesia. El Apóstol Santiago, hermano de nuestro Señor Jesucristo no ofrece una perspectiva interesante:

"Por lo tanto, confiésense los pecados unos a otros, y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder" (Santiago 5:16).

La comunicación abierta y honesta es esencial para construir relaciones significativas entre los miembros de la iglesia. El pasaje de Santiago destaca la importancia de confesar los pecados y orar los unos por los otros para encontrar sanidad y fortaleza, pero lo mas interesante es que para lograr el nivel de confesarnos los pecados los unos a los otros necesita haber un nivel de conminación que sobrepase el mero formalismo comunicacional.

2. Brinde oportunidades de participación que ofrezcan un sentido de realización espiritual: La iglesia puede ofrecer una variedad de actividades para invitar a diferentes tipos de personas, desde eventos sociales hasta actividades de servicio comunitario con el objetivo de crear puentes de acercamiento evangelístico. Al crear oportunidades de participación, los miembros se sentirán más involucrados y conectados con la comunidad de la iglesia y tendrá oportunidades de compartir el Evangelio. Es importante resaltar las actividades de participación y crecimiento espiritual de miembros creyentes hijos e hijas de Dios. La iglesia no es un ambiente social sin embargo pueden utilizarse actividades sociales para crear tales puentes de acercamiento ministerial. Es interesante como lo pone Pablo de que fuimos creados para buenas obras para ponerlas en practica.

"Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica" (Efesios 2:10).

Dios nos creó con un propósito y nos dio dones y habilidades únicas para cumplir con ese propósito para el ejercicio del trabajo ministerial de la Iglesia. La iglesia puede ofrecer oportunidades para que los miembros utilicen sus dones y habilidades en la comunidad de la iglesia y más allá, fomentando su participación y compromiso.

3. Haga lo posible para mejorar la experiencia de los miembros: Los líderes de la iglesia pueden trabajar para mejorar la experiencia de los miembros, ofreciendo un ambiente acogedor, un ambiente seguro y un sentido de comunidad, pero más importante un sentido de crecimiento espiritual que tenga trascendencia duradera. Esto puede fomentar la lealtad y el compromiso de los miembros con la iglesia mientras sirven en áreas en donde puedan desarrollar sus dones espirituales. El Apóstol Pablo resalta que debemos ser hospitalarios los unos con los otros, es decir, más allá de alojar alguien en nuestra casa, el velar por su bienestar emocional y espiritual. Esto crea una mejor experiencia de comunidad que va más allá del “hola y adiós”.

"Recíbanse mutuamente, entonces, como Cristo los recibió a ustedes, para gloria de Dios" (Romanos 15:7).

La acogida y la aceptación son fundamentales para construir una comunidad cálida y acogedora. El pasaje de Romanos insta a los cristianos a recibir a otros como Cristo nos recibió, independientemente de sus antecedentes o circunstancias.

4. Promueva la educación y el aprendizaje: La iglesia puede ofrecer programas educativos y de desarrollo personal y espiritual para crecer en su camino en la fe. Esto no solo puede aumentar la participación, sino también fortalecer la relación los unos con los otros. Hay que recordar que el objetivo de la educación no es crear “consumidores de conocimientos” sino por el contrario hombres y mujeres que sean más y más cada día a la imagen y semejanza de Cristo. Aquí es necesario tener a la Escritura como la autoridad suprema de vida y práctica. El Apóstol Pablo escribe a su hijo espiritual Timoteo.

"Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia" (2 Timoteo 3:16).

El aprendizaje y el estudio de la Palabra de Dios son esenciales para el crecimiento espiritual y la madurez. La iglesia puede ofrecer programas educativos y oportunidades para estudiar la Biblia juntos, permitiendo que los miembros profundicen su comprensión y fe. Finalmente, esto es complementado cuando este aprendizaje es puesto en práctica sirviendo.

5. Sea flexible: Los líderes de la iglesia deben ser flexibles y comprensivos con los miembros que tienen dificultades para participar. La iglesia puede ofrecer servicios en línea o grabados para aquellos que no pueden asistir en persona. También puede trabajar con miembros individualmente para encontrar formas de involucrarse que se adapten a sus horarios y necesidades. Aquí es importante recordar que no existe la iglesia virtual, ni la iglesia en línea. Estos son solo herramientas suplementarias. Es 99.99% preferible que las reuniones y actividades sean en persona.

"Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20).

Dios está presente dondequiera que se reúnan sus hijos, incluso si es solo un pequeño grupo. La iglesia puede ser flexible y ofrecer opciones para que los miembros participen según sus necesidades y limitaciones PERO preferiblemente al 99.99% en persona.

En el amor de Cristo,

Dr. Julio C. Salas

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