¡Hola a todos! Espero que el Señor los esté bendiciendo en todo aspecto. En pocos días vamos a celebrar el Dia del padre aquí en los Estados Unidos. En esta oportunidad deseo compartir con ustedes algunas líneas acerca de Dios como nuestro Padre.
La idea de Dios, como nuestro Padre, para todos los creyentes seguidores de Cristo es una verdad crucial que encontramos en las páginas de la Biblia, particularmente en el Nuevo Testamento, en especial en las propias palabras de nuestro Señor Jesucristo. Para los cristianos esta relación de padre-hijo(a) no es una mera metáfora sentimental para hacernos sentir bien, sino muy por el contrario comprendemos que esta es una realidad espiritual y teológica muy profunda. Dios es nuestro Padre en un sentido único y especial porque somos sus hijos adoptivos a través de la fe en Jesucristo. Esta relación no se basa en nuestro mérito o esfuerzo, sino en la gracia y la obra redentora de Cristo en la cruz. Dios, como nuestro Padre celestial, nos ama con un amor perfecto y eterno, nos protege, nos guía e incluso nos disciplina. Dios nos ama con un amor verdadero que va más allá de nuestro propio entendimiento. Por ende, esta relación con Dios como nuestro Padre nos va a llevar a un nivel más profundo de cercanía y confianza ya que podemos acercarnos a Él en oración y depender de Él en todas las circunstancias que estemos atravesando. En la medida que nos sumergimos en las palabras de Cristo, vamos a descubrir cómo esta relación Padre/hijo(a) llena nuestros corazones de esperanza y consuelo en nuestro caminar diario impulsándonos a vivir más y más de acuerdo a su voluntad y de esta manera desarrollar día a día una relación más cercana con El.
A continuación, he seleccionado brevemente algunos versículos que nos van a ayudar a comprender el amor paternal de Dios:
Hijos e hijas de Dios por adopción únicamente por medio de la fe en Jesucristo
Aunque Dios es el Creador de absolutamente todas las cosas y todos los seres humanos somos criaturas suyas, en el sentido espiritual y redentor Jesús es enfático en afirmar que no todas las personas son consideradas hijos de Dios. La Biblia, en el evangelio de Juan nos enseña que, para convertirnos en hijos de Dios, es necesario tener una relación personal con Él a través de la fe vivencial de por vida en Jesucristo. El Apóstol Juan escribe los siguiente, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). Es imposible ser hijos(as) de Dios por mérito propio, por nuestras obras o por un linaje familiar, sino únicamente por medio de su gracia y misericordia. Es a través de la fe vivencial en el nombre de Jesús, el Hijo de Dios, que somos adoptados en la familia de Dios.
Una vez que somos adoptados(as) como hijos(as) de Dios, entonces descubriremos de una manera especial que:
Dios es un Padre muy pero muy amoroso
En aquella conversación privada entre Jesús y Nicodemo, el Señor revela un aspecto íntimo de Dios y le indica a Nicodemo, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16). Dios quiere y anhela a que sus criaturas humanas vengan a sus brazos en sincero arrepentimiento de sus pecados para que sean adoptados en Su familia y El sea su Padre. Dios no tiene amor, Dios ES amor y es en su naturaleza y atributos amar. Nuevamente el Apóstol Juan, esta vez en su carta universal, corrobora y escribe lo siguiente, “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Dios es la fuente suprema e infinita de amor y Juan nos llama a amarnos los unos a los otros porque Dios es amor.
Dios es un Padre protector y cuida de sus hijos e hijas
El Señor Jesucristo en el Sermón del Monte (o Sermón de la Montaña) le enseña a un grupo de hombres preocupados por el que han de comer o vestir que, “[Miren] las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” Si bien Dios ama a todas sus criaturas del planeta, El tiene un especial cuidado por sus hijos en hijas. A Dios le importa nuestro bienestar tanto físico como espiritual. Dios es nuestro proveedor. Él conoce todas nuestras necesidades incluso antes de que las traigamos ante El en oración. Dios, como un Padre amoroso, se ocupa de cada aspecto de nuestras vidas. Nos provee de alimento, vivienda, vestimenta y todo lo que necesitamos para vivir. No hay detalle demasiado pequeño para Él, porque su amor y cuidado hacia nosotros son infinitos. Sin embargo, lo mas importante para Dios es nuestro bienestar espiritual y nuestra relación con El porque todos estamos en camino hacia la eternidad. Aunque Dios se preocupa por las cosas terrenales y temporales, Dios ve la figura grande y eterna.
Dios como un Padre que nos guía y nos da sabiduría
Desde que hacemos hasta que morimos caminamos por “el camino de la vida”. Si anhelamos vivir vidas honrosas entonces Dios necesita ser nuestro guía supremo y nuestra fuente de sabiduría. Jesús nos muestra el camino que debemos seguir y nos provee de la sabiduría necesaria para enfrentar las decisiones y desafíos de la vida. Jesús dice de sí mismo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Jesús se presenta a sí mismo como "el camino", lo cual significa que solo a través de una relación personal con Él podemos encontrar la salvación y reconciliación con Dios. No hay ninguna otra senda o método que nos conduzca al Padre celestial. Él es "la verdad", la revelación divina de quien es Dios y cómo podemos conocerlo. Además, Jesús es "la vida", el dador de vida eterna y abundante.
Por otro lado, el Rey Salomón escribe, “Fíate del Señor de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6). Si nuestro camino no ha sido el mejor, Dios no quiere que nos quedemos allí, sino que, por el contrario, quiere que retornemos a sus caminos. El se va a encargar de enderezar nuestras sendas. Solo ama al Señor con todo tu corazón, mente y fuerzas.
A quienes creen no tener sabiduría, Santiago el hermano del Señor escribe que, “si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Si usted es hijo o hija de Dios y cree estar falto(a) de sabiduría, pues le invito a que le pida a Dios quien le dará abundantemente. Nuevamente, el deseo de Dios es que usted viva una vida que honre y de gloria a Dios por medio de su obediencia.
Dios nos ama, pero también nos corrige y nos disciplina
Dios, como un padre amoroso, nos corrige y nos disciplina para nuestro propio bien. El escritor del libro de Hebreos dice que: "Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo." (Hebreos 12:6). La disciplina de Dios es una expresión de Su amor hacia nosotros y no tiene como objetivo dañarnos, sino por el contrario tiene como objetivo el moldear nuestro carácter y guiarnos hacia la una relación más cercana y piadosa consigo mismo. La disciplina de Dios puede manifestarse de diferentes maneras tal como la convicción del Espíritu Santo a través de Su Palabra, las circunstancias que nos llevan a reflexionar y crecer, e incluso a través del consejo y la instrucción de otros creyentes. Sin embargo, es importante comprender que la disciplina de Dios no es un castigo vindicativo, sino por el contrario es un proceso de restauración y crecimiento espiritual. A través de la disciplina, Dios busca formar nuestro carácter, fortalecer nuestra fe y conformarnos cada vez más a la imagen de Cristo.
Dios es un Padre amoroso que perdona, incluso cuando nuestro pecado tenga consecuencias terrenales
La Biblia nos revela que Dios es un Padre amoroso que perdona, incluso cuando nuestro pecado pueda tener consecuencias terrenales. El Rey David escribe una verdad teológica en cuanto al perdón, “Cuanto está lejos el oriente del occidente, [Dios] hizo alejar de nosotros nuestras transgresiones." (Salmo 103:12) Este versículo nos muestra la amplitud del perdón de Dios. Aunque nuestras acciones pecaminosas puedan tener consecuencias en nuestra vida terrenal, Dios está dispuesto a perdonarnos y restaurarnos en nuestra relación con El. Sin embargo, el recibir el perdón de Dios nos debe llevar a vivir vidas santas de acuerdo con la voluntad de Dios. Como el Señor Jesús le dijera a la mujer adultera, “vete, y no peques más” (Juan 5:14). Esa mujer, pese a que pagó el precio social por su pecado y su fama publica pudo haber quedado dañada de por vida producto de haber sido descubierta pecando, lo cierto es que fue perdonada. Eso es lo más importante, obtener el perdón de Dios, saber que al final del día, nos hemos arrepentido y Dios nos ve aprobados incluso cuando nuestro pecado haya tenido consecuencias terrenales.
¿Puede Dios librarnos de las consecuencias de nuestro pecar? Yo creo, de manera personal, que, aunque Dios puede librarnos de las consecuencias de nuestro pecado, lo cierto es que lo más probable es que no lo haga. Dios no va a hacer excepciones personales solo para complacer nuestras urgencias producto de nuestro pecado. Pablo escribiendo a los gálatas, les dice, “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7-9). Es por eso que les digo que vivan vidas agradables a Dios vuestro Padre para que tengan paz con El y una relación cada vez más estrecha.
Dios es un Padre que está buscando adoptar como hijos e hijas a cuantas personas vengan a Sus pies en arrepentimiento de sus pecados y fe en Cristo
Finalmente, si luego de leer este articulo ha llegado a la conclusión de que no es hijo o hija de Dios, pero que esta sintiendo el llamado de Dios a venir en arrepentimiento a los pies de Cristo y vivir una vida de fe en El y convertirse en hijo o hija de Dios, quiero decirle que Dios anhela tener una relación cercana con usted, y la forma de lograrlo es a través de la fe en Jesucristo. En el Evangelio de Juan 1:12 se nos dice: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios." Si te arrepientes sinceramente de tus pecados y crees en Jesús como tu Salvador, puedes convertirte en un(a) hijo(a) de Dios. Aunque quizás no te consideres actualmente un hijo(a) de Dios, la buena noticia es que Él te está extendiendo una invitación para ser parte de su familia.
El amor de Dios es tan grande que envió a su Hijo para que muriera en la cruz y pagara por tus pecados, y por todos los pecados de aquellos que vienen a Cristo. Jesús vino a ofrecernos salvación y restauración. Él te está llamando a dejar atrás tus cargas, tus errores y tus culpas, y a abrazar la vida nueva que solo puede encontrarse en Él.
Espero que este articulo haya sido de bendición para su vida. compártalo con todos sus amigos y familiares.
Los amo en Cristo,
Dr. Julio C. Salas
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